En el sentido trivial, por supuesto, este final nunca llegó, pero es que "el fin del arte" nunca significó una detención literal de las pinturas, las esculturas, las películas las novelas etc. de lo que se trataba era de la innovación formal y de la significación histórica de estos medios. Hace ya algún tiempo que el arte ha dejado de poseer este peso simbólico: hoy en día parece despojado no sólo de su papel guía para la historia, sino también de gran parte de lo que respecta a la historicidad: es decir, de toda elaboración necesaria para la resolución de sus propios problemas históricamente dados. Uno podría ir más lejos: el arte contemporáneo ya no parece "contemporáneo"
Hal FOSTER, Diseño y delito, Akal, Madrid, 2002.