jueves, 27 de septiembre de 2007

texto para reflexionar

"Es por sí evidente que nada referente al arte es ya evidente por sí", escribió Adorno en 1969. Hoy, más de trreinta años después, ¿podría esta declaración cerrar retrospectivamente su círculo hasta incluir su propia asunción implícita del "fin del arte"? En otras palabras, ¿podría "el fin del arte" ser una cosa más del arte que no es ya evidente por sí?
En el sentido trivial, por supuesto, este final nunca llegó, pero es que "el fin del arte" nunca significó una detención literal de las pinturas, las esculturas, las películas las novelas etc. de lo que se trataba era de la innovación formal y de la significación histórica de estos medios. Hace ya algún tiempo que el arte ha dejado de poseer este peso simbólico: hoy en día parece despojado no sólo de su papel guía para la historia, sino también de gran parte de lo que respecta a la historicidad: es decir, de toda elaboración necesaria para la resolución de sus propios problemas históricamente dados. Uno podría ir más lejos: el arte contemporáneo ya no parece "contemporáneo", en el sentido de que ya no tiene un acceso privilegiado al presente, ni siquiera "como síntoma", al menos no más que otros muchos fenómenos culturales. Si el primer principio de la historia del arte, es que "no todas las cosas son posibles en todas las épocas" , en la actualidad para bien o para mal, esta premisa parece desafiada, con el resultado de que, para algunos comentaristas, la historia del arte está tan kaput como el arte".

Hal FOSTER, Diseño y delito, Akal, Madrid, 2002.